El canal de Saint Martins. Allí Amélie se entretenía tirando piedras. Hubiese sido una gran jugadora de pelota vasca. Dicen que la zona del canal de Saint Martins está en auge. No sé si era la lluvia o qué pero eso estaba más muerto que los de Pére Lachaise. En verano, dicen, se llena de vida. 

El frutero entrañable-tontito-de la película.

La famosa frutería. No sabemos si Amelíé llegó a consumir alguna vez, lo que es seguro es que al dueño lo tenía harto. Tenía la manía de meter los dedos en los sacos de legumbres y decidió castigar al frutero, que maltrataba a su ayudante, poniéndole el despertador horas antes. Malota sin espera de karmazo porque el resto del tiempo lo empleaba en hacer el bien. 

Traducción: metía la manaza en un canasto ;)

Fruto de la coincidencia. We promise. Comimos frambuesas y decidimos jugar con ellas. Al escribir este post me acordé de que también lo hacía Amélie! Eso sí, nosotros hemos logrado desarrollar una mayor capacidad creativa en cuanto a postres con frambuesas e hicimos este pequeño bosque con chocolate y tortitas que ofrecemos en alquiler al enano del padre de Amélie si es que necesita un techo. 

Extractos de la prensa que tanto me gustan. Por la relevancia del hecho, lo redactó un becario. Seguro.

Las empinadas escaleras de Montmatre y el Sacre Coeur. También escenarios clave de la cinta. 

Mis amigos son muy bohemios y se pusieron a contemplar el horizonte parisino - a fumar mientras yo echaba fotos- He encontrado un plano de Amélie en la misma posición. Yeah!

Lo que nos tapaban nuestros protagonistas :)

La estación de metro de Abbesses. Es la que frecuentaba Amélie  y me ha dado hasta para un hit.

El álbum del locuelo del novio. En memoria de este ser que coleccionaba fotos de extraños nos hicimos una buena sesión de fotomatón. Para la cartera.

Que conste, la película me encanta. Pero no quería hablar de ella con demasiado romanticismo. Por sí sola ya destila bastante. Vamos, que os la recomiendo 100%.