Hace unos fines de semana visitamos Turín, capital de la
región de Piemonte. La ciudad está a orillas del río Po y a los pies de los
Alpes italianos. Me quedo con las dos facetas más curiosas de la ciudad: los
coches y el cine. A Torino la llaman "el detroit italiano" porque
concentra la mayor fabricación de automóviles (Fiat, Lancia y Alfa Romeo).
Junto con Milán y Genova, forma el triángulo industrial más potente de Italia.
A la vez, es meca del cine por su considerable producción de
películas desde comienzos del s.XX. A ello se debe la presencia del Museo Nazionale del Cinema, un edificio
de imponente cúpula a la que se puede subir mediante un ascensor de cristal que
vertebra todo el museo por el interior. Resulta difícil de imaginar, lo sé.
El museo es una
auténtica ensoñación. Decorados,
carteles de películas, autógrafos, réplicas a tamaño natural y sobre
todo, guiños inteligentes a la historia
del cine.
Turín se puede ver en un día. Nosotras partimos de la
estación de tren, subimos por la comercial
Via Roma, atravesamos la Piazza San Carlo (excelentes cafeterías)
y llegamos a la Piazza Reale. Esta es
la zona más imperial. Allí además del Palazzo
Reale y del Palazzo Madama, se
encuentra la catedral. Merece la pena entrar al Palacio Real que pertenecía ni
más ni menos a la gran familia Saboya. Torino era su ciudad.
Para terminar el día se puede pasear a orillas del Po con
vistas al Monte dei Cappuccini y al Puente de Vittorio Emanuele I. Qué pena
que se me agotase la batería de la cámara.
Feliz día,
Adriana
